Traer a la consciencia...

Se han dado cuenta que pasamos gran parte de nuestro día y lamentablemente también de nuestra vida en la inconsciencia, sin darnos el tiempo de parar, de hacer una pausa para conoceros. Vivimos en una sociedad en la que todos nos presionamos a nosotros mismos, en que la rapidez de las cosas, de los procesos es el objetivo, que una vez cumpliendo una meta vamos por la otra, lo interesante es que no nacemos exigiéndonos, compitiendo, comparándonos y menos criticándonos, son actitudes, creencias y formas aprendidas. Pensemos en una niña, en un niño jugando, pueden tener todas las diferencias posibles entre ellos, pero su única prioridad es jugar, sentir, experimentar, explorar, probar, utilizar todos los sentidos, expresar todas sus emociones, ser ellos mismos sin ningún miedo. No nacimos buscando la perfección, no nacimos con la necesidad de hacernos valer por lo que tenemos, hacemos o ganamos, no nacimos con inseguridades, no nacimos con el miedo a mostrarnos tal cómo somos, no nacimos con inseguridades, todo lo aprendimos. Y en la inconsciencia ni siquiera nos paramos a pensar eso, simplemente lo damos por hecho, vivimos con eso por años, sin hacer nada, sin cambiar nada, como si eso fuera nuestro destino y nada pudiéramos hacer al respecto. Bueno así elegí vivir mi vida por mucho tiempo, negándome a parar y preguntarme ¿Me siento bien? ¿Está es mi esencia? ¿Quién me han dicho que soy? ¿Qué estoy esperando de los demás? ¿De dónde vienen estas inseguridades? ¿Esperé en mi infancia ser valorada por un familiar y no lo hizo? ¿Qué partes de mi infancia están aflorando hoy para ser comprendidas y sanadas?  No, nunca me hice una pregunta así, era más fácil no saber, no detenerme, no indagar en mi vida, en mis heridas, en nada, era más cómodo vivir negando y rechazando cualquier tipo de dolor. Era mejor sonreír y mostrar que todo estaba bien, que la etiqueta de niña alegre estaba perfectamente elegida para mi. En mi muy pocas veces existía la posibilidad de sentir, de pedir ayuda, de asumir que algo me pesaba y de darme cuenta que estaba acumulando mis emociones, prefería llorar sola y seguir con todo. Sin dudas, tuve una infancia increíble en la que disfruté, gocé, experimenté, viajé, me divertí mucho y sí fui feliz, una infancia en la que nunca me faltó nada; excepto por algo, un papá. 

Traer eso a la consciencia y hoy elegir ir más despacio, hacerme las preguntas, reconocer mis deseos y necesidades, hoy elijo sentir, enfrentar y abordar mis vacíos, elijo cuestionarme para dejar ir lo impuesto, para dejar de asumir que las cosas sean de una misma forma. Elegir estar presente en mis momentos incómodos, contractivos y dolorosos para dejar ir todo lo que no es mio y acercarme cada vez más a lo que realmente soy. Atravesar el umbral de oscuridad, tristeza, frustración y malestar para después conectar con mi luz y brillar cada vez más desde el interior. 

 

Con amor, Rafa